Como viene siendo habitual, y con una satisfactoria periodicidad insaciable, Woody Allen estrena nueva película. De nuevo, una capital europea bautiza su título. París. Y una vez más, al igual que ya hizo en Vicky Cristina Barcelona exalta los estereotipos bellos y positivos de la ciudad. La Torre Eiffel, Marion Cotillard, Carla Bruni, planos y estampas casi paradisíacas... ¿Qué hay de malo en resaltar los clichés si vienen acompañados de una historia tan mágica y una cinematografía tan bella como la de Midnight In Paris?

La suerte de que el espectador no conozca qué es lo que ocurre a partir de medianoche antes de sentarse a ver la película, es prácticamente nula si se ha visionado previamente algún trailer (donde no se expone pero no es difícil de adivinar) o leído alguna sinopsis. Y ahí reside uno de los puntos fuertes de la película, descubrir ese giro durante la proyección de la cinta.
El filme destaca a muchos niveles. Con una gracia natural, cuenta con unos gags nada forzados, que seguro permanecerán en la memoria de los espectadores (la cena de corte surrealista). Derrocha una fantasía y una magia que ya desearían estar presentes en numerosas producciones de exacerbados presupuestos y millonadas gastadas en FX.

La ambientación es brillante, la contraposición entre lo realista del día y lo onírico de la noche está muy conseguida (algo que se puede apreciar también en el cartel promocional de la película. La banda sonora en la que predomina el jazz es exquisita. Reflexiones sobre la capacidad (e incapacidad) creativa, el manido tema amoroso pero bien argumentado (querer a dos mujeres de una forma tan diferente) y el doble juego entre la realidad y la ficción. Aderezos fantásticos poco frecuentados en la obra de Allen, que constituyen uno de los grandes aciertos.
La crítica la pone por las nubes, un 92% de críticas positivas (RottenTomatoes). Puede que algunos duden de si es o no la mejor película de la “etapa contemporánea” de Woody Allen, pero sin duda, sí es la que ha parecido agradar a todo tipo de públicos. No se había llegado a tal consenso por parte de la crítica hacia una película de Woody Allen desde 1994 con Balas Sobre Broadway (96% de críticas positivas).
Es difícil que el espectador no se vea fascinado, o al menos entretenido con esta nueva película, convirtiéndola en una gran opción para ir a la gran pantalla sin que en ninguno de los asistentes reine el disgusto. Es una producción natural, blanca, tan sólo busca filtrar sentimientos positivos al espectador. Una pulcritud que provoca que muchas de las escenas de Midnight In Paris se puedan calificar como insuperables, responsables de sumergir al que las visiona en un mundo de ensueño del que no quieren escapar.
Mister Juan Bernardo Rodríguez
1 comentarios:
tengo muchas ganas de verla, la anterior no me llegó a convencer pero esta tiene mucha mejor pinta, a ver! :D
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